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Diez minutos con Carmen Aristegui

By May 9, 2019 No Comments

Un estruendoso saludo de mano bastó para dejarme por un par de segundos anonadada por tan imponente presencia; la sensación de respeto y admiración por su pasión periodística, figura líder, mujer, voz incensurable. Carmen Aristegui, periodista mexicana, se encontraba gustosa en los pasillos del Katz Center of Mexican Studies en la Universidad de Chicago, al sur de la ciudad. Había pasado el día por las aulas de esta institución charlando con estudiantes sobre la situación actual en México e iba a llevar la conversación, unas horas más tarde, a un foro público, “México: Democracia y Libertades.” Por tanto, los medios que nos encontrábamos presentes, solo tuvimos un par de minutos para charlar con ella, individualmente.

Una vez mi turno, comenzamos la conversación. Su actitud era determinante, juguetona en cuanto al clima invernal de la ciudad, pero al punto sobre el mensaje que proclamaba.

¿Qué te mueve a gritar, a expresarte, a indignarte y a salir al aire, a pesar de la riesgosa tarea en la que se ha convertido el periodismo en los últimos años en México?, pregunté. A lo que ella contestó:

“El amor por la comunicación. El creer que el periodismo y la comunicación son una gran herramienta de las sociedades, para cambiar, para saber, para impulsar nuestras libertades. No imagino una sociedad democrática, no imagino una sociedad civilizada sin una comunicación libre, sin una posibilidad de expresar los puntos de hombres y de mujeres, y de ciudadanos y de ciudadanas. Es un ingrediente inherente, innato, irrenunciable a la condición humana. Comunicar, decir, saber, es algo propio de los seres humanos.”

A pesar de tan emotiva respuesta, un sentimiento nostálgico embargó aquella sala donde nos encontrábamos al continuar hablando sobre este elemento tan fundamental dentro de cualquier democracia, como lo es la libertad de expresión. Mi impresión se tendió sobre fibras frágiles. Aristegui narraba este derecho, como la posibilidad de decir, informar e investigar, y como el derecho de saber de las audiencias, del público y de la sociedad. Luego entonces entramos a la ruptura de este tema, periodistas asesinados. Mencionó que el riesgo inherente que padecen los periodistas mexicanos, ha hecho que México se haya convertido en uno de los lugares más peligrosos en el mundo para ejercer esta profesión. Las cifras de periodistas asesinados han aumentado drásticamente en los últimos sexenios: cerca de 100 comunicadores han perdido la vida, especialmente en estados de Chihuahua, Veracruz y Oaxaca, y cuyas muertes han quedado impunes hasta el momento. (Al cierre de esta edición, nos informamos también sobre el asesinato de la periodista veracruzana Anabel Flores, cuyo cuerpo fue encontrado en una carretera en Puebla, con marcas de secuestro y tortura)*.

Y prosiguió con otro factor más, el fenómeno de autocensura y el fenómeno de la censura directa e indirecta. Como el que de primera mano, padeció ella junto a su equipo de periodistas dentro del grupo MVS, el año pasado; al ser sacados del aire a partir de haber realizado una investigación periodística de alto impacto que colocó al presidente de México en una situación de entredicho al no poder explicar en términos cabales la información publicada en los medios sobre una mansión multimillonaria, la Casa Blanca.

Y con un amargo sabor de boca terminó diciendo que la situación democrática mexicana es muy fuerte en materia de corrupción y de conflicto de interés, a la vez que muy endeble en materia de rendición de cuentas y de oposiciones políticas que no fueron capaces de exigir cuentas a un mandatario que está metido en asuntos que no ha podido explicar hasta hoy, como es antes mencionado de la Casa Blanca y muchos otros que aún no se han podido explicar.

Penetrando en las vulnerabilidades de un país quebrantado, intenté allanar su punto de vista como mujer dentro del campo periodístico. ¿De que manera se mira el panorama actual de la mujer? ¿Existen avances entre la equidad de género? Y… ¿cuál es la cabida de los feminicidios dentro de la sociedad mexicana?

En una pauta breve, en un suspiro, rápidamente estructuró su respuesta. Y comenzó diciendo: “Hemos tenido avances civilizatorios importantes, sin duda, en las últimas décadas: el derecho al voto, el  reconocimiento de las mujeres; una cultura por las mujeres se ha ido construyendo de manera firme en muchos lugares del mundo.  Sin embargo, hay grandes taras culturales, que impiden que a las mujeres se les vea del mismo tamaño que a los hombres, de la misma dimensión o con la misma fuerza; realidades a flor de piel, lugares donde esos avances culturales no han llegado y en donde las mujeres son tratadas de la peor manera posible. No digo que en el país entero, pero en lugares específicos de México, aún hay mujeres que son vendidas o mujeres que son obligadas a casarse, como en algunas localidades indígenas. No quiero generalizar y decir que es una práctica absolutamente amplia, pero sí hay lugares donde eso sigue ocurriendo, y nos habla de los retrasos o atrasos que en materia de derechos que aún existen en nuestro país y en otros lugares del mundo, como ya sabemos”.

De repente escuchamos tres suaves y ligeros golpes de puerta, anunciando que nuestro tiempo había concluido, pero continuó…

“El machismo es una pandemia, es una circunstancia mundial. En México después de muchos años de violencia contra las mujeres se estableció la tipificación de feminicidio, la cual es un avance, en términos de impartición de justicia; aunque no se ha traducido como se debería. Pero digamos que es un punto de avance respecto a cómo procesar asuntos en donde las mujeres son agredidas y asesinadas en su condición de mujeres. Números que estremecen de mujeres desaparecidas, asesinadas o dañadas gravemente en su integridad física y una respuesta pobre del Estado mexicano. Respuesta que puede darse en la vía de la instauración de leyes y tipificaciones pero no en la vía de la instrumentación de esas leyes y tipificaciones. Tenemos una lista tristemente muy alta en los últimos años, en casos en donde se sacudió internacionalmente a la opinión pública, como los que recordarás de las Mujeres de Juárez, hace algunos años en Chihuahua, pero que se ven repetidos en otras partes de la república mexicana, como el de la zona de Ecatepec, Estado de México, principalmente.”

El sentimiento de impotencia me embargó por unos instantes, pensando en que aún hay una gran batalla por dar en el campo mujer, en México, y en muchas partes del mundo. Aún nos tenemos que enfrentar a múltiples limitaciones y auto-restricciones, por el miedo a participar social y políticamente. Entonces, dejándome llevar por el momento, y de manera totalmente espontánea, salió una última pregunta – no obstante, que mi tiempo había culminado ya –. ¿Has considerado una candidatura independiente?

Mi corazón latía rápidamente, pensé en el tiempo, y que esta pregunta quedaría a la deriva, sin contestar; pensé en querer escuchar una respuesta positiva, vi la fortaleza, la coherencia e inteligencia de una mujer líder; y luego pensé en que para muchos comunicólogos, periodistas e investigadores, hombres y mujeres, ella pudiese ser el eslabón que ha comenzado a abrirse para alzar la voz de una sociedad completa, por lo que cuando escuché lo que escribo a continuación, me emocioné aún más…

“En este momento de mi vida, lo que quiero seguir haciendo, es el periodismo que he hecho toda mi vida, por más de 25 años. Me veo haciendo periodismo, me veo haciendo comunicación, me veo haciendo tareas de comunicación. Entiendo que hay un espacio y tiempo en este instante para México, para imaginar candidaturas independientes; y que efectivamente, México está urgido de nuevos liderazgos políticos y sociales. Que no sabemos qué va a pasar en los próximos años. Necesitamos figuras públicas que realmente puedan traducir su presencia en otro tipo de actuaciones. En mi caso especifico, estoy en el tema periodístico y así me estoy imaginando trabajar para mi país, trabajar para lo que yo he decidido hacer. Es verdad que hay una panorámica que ofrece estímulos a la imaginación. Y que ante el desencanto ante la clase política y las partidos políticos existentes, queda claro que se requieren nuevos liderazgos. Es necesaria y urgente una renovación profunda de la dirección política del país y eso hace pensar que personas diversas podrían en algún punto, incursionar en tareas político-electorales o de liderazgo social distinto del que hasta este momento han tenido. Es el tiempo que le toca vivir a México. Creo que entramos en una fase de definiciones interesantes y, en pocas palabras, todo está por escribirse.

Nos despedimos con un gran sentimiento de esperanza…

Stephanie Manríquez, escritora mexicana y productora de medios auditivos, reside en el área de Chicago. Es parte del consejo editorial de contratiempo.

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